El médico forense no daba crédito. «No puede ser» farfullaba entre dientes para sí mientras esperaba a unos colegas para que corroboraran sus conclusiones. «No puede ser, no puede ser» y revisaba una y otra vez muestras de tejido, escáneres y analíticas. «No puede ser, a esta mujer la han matado las palabras que no dijo»
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