Hay una tienda en Velázquez en la que entro a veces sólo porque huele a tí. He intentado que diferentes dependientes me den algún dato sobre qué aroma usan pero aparte de mirarme extrañados, alegan secreto profesional y no me dicen el nombre del perfume, aunque sí me han contado que lo crea exclusivamente para la tienda desde Mallorca una familia de perfumeros. La última vez que pregunté escuché como uno de los dependientes le explicaba a una compañera que yo era la loca de los olores.
Desde entonces ya no pregunto. Solo entro. Entro y huelo. Huelo un rato. Te huelo. Dejo que tu olor invada mis ennegrecidos pulmones y me reviente el cerebro de recuerdos. Cuando siento que las emociones se han desparramado por el suelo agotadas, recojo mis obsesiones y me voy.
Todo un viaje emocional que me encantaría poder contar
al dependiente que busco poder hacerlo en privado y cuando quiera y por eso necesito el perfume. Es igual, este verano buscaré a la familia de perfumeros en Mallorca.
No soy una loca. Soy una yonki emocional.
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