Gigantes

Hace unos días leía una publicación en instagram de María Bastarós sobre cómo ha mentido toda su vida sobre su altura poniéndole un centímetro más a la real: 1,57 en lugar de 1,56. Me veo a mi misma mintiendo por lo mismo a lo largo de mi vida. En mi caso mido 1,56 también, pero cuando lo digo la gente no me cree y se crea una situación incómoda en la que busco dar credibilidad a un hecho objetivo, a una medida cuantificable. Mido lo que mido pero en diferentes situaciones me ha pasado que la gente no me cree. Asi que miento porque la verdad no les parece creíble. Miento porque no se creen que pueda medir lo que mido. ¡que vas a ser tan pequeña! ¡No puede ser! ¡Anda ya! ¿Le pasaría lo mismo a La Bastarós? Estando en la Universidad empecé a probar qué altura era la adecuada para mí -siempre según los demás-. Al parecer mi altura verídica y real no servía. Lo dejé finalmente en 1,60, una cifra redonda que parecían aceptar sin cuestionar. Ojo, que llevé el experimento hasta el 1,64 que para mi sorpresa aceptaban también. Me pareció exagerado. Insisto que yo mido 1,56 pero de esta forma no tenía que andar dando explicaciones sobre mi altura. En la actualidad si surge la cuestión y se me olvida la mentira nuevamente contesto 1,56. Y nuevamente volvemos a la incredulidad ¡que vas a ser tan pequeña! ¡No puede ser! ¡Anda ya! Si yo mido no sé cuánto tú no puedes medir eso. No discuto. Tengo la altura que me adjudican los demás -dentro de lo razonable-.La mentira verosímil. Si les hubiera parecido razonable 1,56 esa sería mi altura. Pero no ha parecido importar nunca lo que yo mida realmente.
He llegado a la conclusión de que muchísima gente se cree más alta de lo que es y cree por tanto más alta también a los que le rodean. Una especie de fallo de Matrix donde todes creemos que los demás son como nosotros creemos que son y no cómo son en realidad.

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