Categoría: Decora et labora

  • Arteeee

    Si has escuchado esta palabra gritada por alguien como un locx, has estado en un rodaje. Pero qué es lo que hace exactamente el departamento de arte dentro de una producción audiovisual. Veamos.

    Semanas antes de que se inicie el rodaje como tal se pone en marcha la preproducción, y es ahí cuando empieza el trabajo del departamento de arte como responsable del concepto visual de la película (o serie, o spot, o shooting…. ya que este objetivo es común en toda la dirección artística) a través del diseño y la construcción de los diferentes decorados y espacios. Es decir, es el encargado de la interpretación visual a través de materiales tangibles de la historia desarrollada en el guion.

    Si aceptamos que en toda percepción visual hay un acto de búsqueda de significado hay, en sentido contrario en la creación visual un acto de comunicación o al menos de búsqueda de comunicación. Esto es: generar emociones. Por tanto la primera pregunta a la que ha de responder todx director de arte sería qué queremos comunicar a través de los diferentes elementos visuales que compondrán la película -o lo que sea- y cómo vamos a lograrlo. Cómo vamos a crear la atmósfera necesaria para el desarrollo de la historia.

    De esta forma la estética no es únicamente un refuerzo del mensaje sino un mensaje en sí, también ha de transmitir por sí misma. Las cualidades atmosféricas del espacio, ambientación y entorno son esenciales para el establecimiento de un determinado estado de ánimo y proyectar emociones sobre el mundo que rodea la historia. Cómo lograrlo será un trabajo de equipo, con todos los departamentos y en especial con la Dirección de fotografía, encargada de los elementos visuales intangibles.

    De forma general, por tanto, esta sería la razón de ser del departamento de arte pero para entender realmente el funcionamiento del diseño de producción o la dirección artística (ya comentaré en otro post la diferencia entre ambos términos) durante el ciclo de producción será necesario explicar el organigrama de organización del departamento; los diferentes puestos que pueden componerlo, así como las relaciones que se establecen con el resto de departamentos.

    Los próximos post de esta sección intentarán ir dando respuesta a estas -y otras muchas- cuestiones relacionadas.

  • Saul Steinberg

    Saul Steinberg

    He elegido inaugurar esta sección de gente inspiradora -Esta silla es mía- con Saul Steinberg porque creo que la manera de iniciarse en el mundo del arte de cualquier persona es a través del dibujo en esa etapa libre de constricciones y convenciones sociales que es la primera infancia. Así, a través del juego y el aprendizaje que suponen los primeros «protodibujos» se va descubriendo la línea, la forma y el color…. Bien, pues mientras la mayoría de nosotrxs dejamos de dibujar a medida que vamos cumpliendo años, Steinberg lo convirtió en su profesión y en todo un arte.

    “La gente que ve un dibujo en The New Yorker piensa automáticamente que es chistoso porque es una caricatura. Si lo ve en un museo, piensa que es artístico; y si lo encuentra en una galleta de la suerte, piensa que es una predicción.”

    Saul Steinberg

    Nacido en 1914 en una familia judía de Rumania. Ya os podéis imaginar que su condición de judío en la Europa del s.XX marcaría su vida: le impediría entrar en los estudios de arquitectura de Budapest (por estar cubierto el cupo de judíos de ese año) por lo que se trasladará a Milán en 1933. También las leyes antisemitas dictadas por Mussolini le llevan a salir de Italia en 1940 rumbo a Estados Unidos donde ya publicaba de forma esporádica pero no podrá desembarcar pues ya estaba cubierto el cupo de migrantes rumanos para ese año (no es broma, aunque lo parezca).Vivirá en República Dominicana hasta que obtenga la ciudadanía estadounidense en 1943, aunque tendrá que trabajar unos años para la inteligencia militar en varios países hasta establecerse definitivamente en Nueva York.

    Es en Italia que comienza a publicar en la revista satírica Bertoldo y es allí también cuando conocerá a César Civita, agente ilustrador de Nueva York a través del cual publica su primer dibujo para The New yorker el 25 de octubre de 1942, viviendo Steingberg en Dominicana. Para esta publicación haría a lo largo de su vida 90 portadas y más de 1200 dibujos aunque también publicó en Vogue, Harper´s Bazaar, etc. Y aunque es más reconocido por su trabajo más comercial y su faceta de caricaturista en The New Yorker jugó también en otros ámbitos como el diseño textil, los sellos de caucho, los photoworks, los murales, el collage, las máscaras…

    Murió en 1999 y de acuerdo a su testamento se creó la fundación que lleva su nombre y que tiene por misión según su página web «facilitar el estudio y la apreciación de la contribución de Saul Steinberg al arte del siglo XX». Puedes acceder a su web pulsando aquí.

    A mi me inspira en primer lugar por la sencillez de sus ilustraciones, porque es un trazo que parece no dudar y es limpio y, en segundo lugar por el humor que está detrás del concepto de cualquiera de sus dibujos o composiciones. Por ejemplo en 1953 realizó un dibujo para la Décima Trienal de Milán, una feria de diseño y arquitectura. El dibujo se llamaba «La Línea» y eso era lo que era: una sola línea de diez metros y veintinueve paneles que se desplegaban como un acordeón. También me gusta mucho la serie de photoworks, o foto dibujos como «mujer en la bañera» de 1949 o el dibujo de gato que le hace a la silla de fibra de vidrio diseñada por el matrimonio Eames.

    Como curiosidad este año a raiz del confinamiento dictado en Nueva York por las autoridades en mayo, The New York Times publicó una portada maravillosa en lo que para mí es un claro homenaje a Saul Steinberg y que nos sirvió como inspiración para una primera aproximación del concept art de la película Asedio.

     

     

  • Hygge a la española

    No soy danesa. Nací en Madrid pero me gusta mucho el concepto de hygge, entendido como “el arte de crear intimidad confortable”. Sin más, lejos de dogmas y gurús y sin pretender caer en el reduccionismo de que un chocolate frente a una chimenea es todo lo que se necesita para ser feliz.

    No es así. No basta un chocolate pero tampoco son necesarias muchas de las cosas que sin embargo sí forman parte de nuestra vida diaria: falta de tiempo, prisa, tantas compras, ruido, etc. Es la lógica perversa de nuestro mundo en el que para vivir en último término son el trabajo y las obligaciones las que acaban ocupando toda nuestro tiempo.

    Y aunque el trabajo pueda hacerte feliz también –no estoy diciendo lo contrario- al final lo que disfrutamos de verdad no son los éxitos laborales o empresariales (o las diferentes competiciones simbólicas que creemos ganar con estos éxitos) ni los bienes materiales más exclusivos. Lo que de verdad disfrutamos es el tiempo que pasamos con la gente a la que queremos o haciendo algo que realmente nos gusta. Y esto es en definitiva lo que sustenta el hygge.

    A lo que iba. A mí el hygge a la española se me representa de muchas formas: con una imagen que fue muy habitual en mi infancia durante los años que viví con mis abuelos en el pueblo: mi abuela sentada al brasero junto a sus vecinas en casa de una de ellas – en ca´la Luz- jugando al cinquillo, charlando, viendo pasar las horas; con ese olor a cocido que impregna una casa un día festivo y lluvioso con amigos reunidos para comer y un paragüero abarrotado; cuando mi madre prepara natillas murcianas, que son unas natillas con merengue y caramelo riquísimas cuya receta le dio a mi madre en un tren camino de Almeria una mujer  y que pasaremos de generación en generación haciendo honor a la natillera desconocida…

    Si bien, aunque originariamente –hygge- lo practica una cultura con inviernos largos que da mucha importancia a la vida dentro de la casa porque pasa mucho tiempo ahí, y  aquí cada año hace menos frío y las temperaturas –sobre todo estivales- y nuestra cultura hacen que pasemos mucho tiempo fuera de casa y hagamos muchas de nuestras reuniones y eventos fuera también, eso hace que hygge a la española (lo siento daneses) también pueda relacionarse con una cálida tarde de playa.

    Pero no sólo las actividades sociales  también tiene que ver con aquellos momentos más íntimos o que disfrutamos en solitario. La lectura de un libro en ropa interior sentada de una forma inverosímil en el sofá;  beber un vaso de gazpacho viendo el tour frente a un ventilador en una tarde tórrida de julio; acurrucarme un domingo frío en la cama con Mika y Clave –mis amores: perra y gata, rspectivamente-. En español por tanto no tenemos una palabra para describir este tipo de momentos pero sí que tenemos esos momentos que sugieren y crean esa “intimidad confortable”.

    Si quieres saber más sobre hygge el director del Instituto de investigación sobre la felicidad danés, Meik Wiking, tiene publicado el libro Hygge, la felicidad de las pequeñas cosas que viene a ser la biblia en el tema. También puedes leer este artículo o hacer una búsqueda en servidores que te remitirá a varios artículos sobre el asunto.