Categoría: Lady drama

  • Existencia

    • Ahora no recuerdo muy bien dónde leí que el gato existe para ser gato…
    • Mm mm -Asienten al otro lado del teléfono
    • …Mientras que a nosotros nos vino a tocar lo mas complicado: ser hombres… ¿Pero eso qué es? Ser abogado o artista, buena gente o hijo puta, del soho neoyorquino o de Vallecas
    • Sí, ya…
    • …¡Cómo si uno pudiera desprenderse de ser hombre!
    • …¡Cómo si una pudiera desprenderse de ser mujer!

     

  • Poe

    Igual daba que viajara por la provincia, el país, el continente o el otro lado del globo… Cuando preparaba el equipaje –siempre a última hora, improvisado- metía en la valija un libro de relatos de Edgar Allan Poe. Tenía el convencimiento de que abierto, el libro, a kilómetros del lugar dónde lo había leído la primera vez –había leído todo lo que Poe había escrito y estaba publicado (y traducido) durante su juventud- sería un libro nuevo, un misterio nuevo, una emoción nueva, y, sin embargo, la razón última de este imprescindible en la maleta era sentirse en casa… Tan sólo un destino no gozaba del acompañamiento de los relatos de Poe, pero ese era otro asunto. En aquel momento no tenía previsto ningún viaje, ni siquiera para las próximas semanas, y desde luego no iba a preparar el equipaje con semejante antelación pero hoy se había levantado con un único objetivo: (re)leer a Poe… Con este pensamiento se dirigió a la librería del salón que contenía su obra: Varias ediciones de un mismo libro, libros compilatorios, la obra completa en una buena edición… Poe ocupaba un lugar relevante en aquellos estantes… Se decidió por el primer tomo de los Cuentos que editó Alianza con la traducción y los comentarios de Cortázar y se sentó en la mesa del comedor dejando colgadas las piernas… Lo acercó a la cara y olió sus páginas, era algo que hacía con cada libro y con el paso de los años se maravillaba de los nuevos olores que podía descubrir. Abrió al azar y el libro le mostró El pozo y el péndulo. Buscó el principio del relato y comenzó a leer: “Sentía náuseas, náuseas de muerte después de tan larga agonía…”
    Al concluir la lectura sintió cierta conmoción. Y el leve remordimiento de sentirse como en casa le acompañó el resto del día…

  • Reducto

    Lo había conseguido.
    Conducía en dirección a la casa de sus padres –para darles personalmente la buena nueva- recordando la conversación que acababa de mantener:
    “(…) ¿Te das cuenta de lo que eso significa, amor? Ya no tenemos porqué amarnos… Se acabó. Nos basta con repetir clichés, aparentar… Hacer lo que se espera de nosotros…
    – ¡Qué bueno! Ser egoístas, egocéntricos e hipócritas, sin remordimientos y con el beneplácito de nuestra sociedad. Ah, qué bien.
    – Sí amor, podemos ser superfluos para siempre…”
    Su ensoñación fue interrumpida por el timbre del móvil.
    – Dime
    – ¿Me oyes bien?
    – Sí, voy conduciendo pero llevo conectado el bluetooth . Dime
    – ¿Lo tienes?
    – ¡¡Sí!! ya es mío
    – Enhorabuena ¿Ya no pretendes nada? ¿Oficialmente?
    – Eso es: Observo y repito. Ya no tengo que cuestionar nada, ni tengo que sufrir… Sólo tengo que no ser disidente y todo irá bien.
    – Pues, a ver si lo celebramos ¿no?
    – Sí, mandaré una invitación por facebook para celebrarlo esta semana…
    – Perfecto. Hablamos. Ciao
    – Ciao
    Al colgar se dio cuenta de que se había pasado la salida. `Joder` – murmuró y decidió entrar por la siguiente. Le haría tardar algo más al obligarle a atravesar el barrio de sus padres desde la otra punta pero ya no podía hacer otra cosa. Unos minutos después empezó a encontrarse mal. Aparcó y decidió seguir caminando, ya no estaba lejos. El calor era sofocante. Al pasar por “el don” –el parque más cercano a la casa de sus padres- decidió sentarse un rato bajo los prunos. Pensaba en cómo les daría a sus padres la noticia y decidió levantarse para no retrasarse aún más. Llegó, al fin. Llamó al timbre. Abrió su padre. Pasó al interior, se saludaron y sólo después dijo:
    – “Mamá, papá. Ya estoy Reducida”
    Sus padres no pudieron mas que llorar de felicidad.

  • Pentagrama

    Según la teoría musical y de forma abreviada, un pentagrama son las cinco líneas y cuatro espacios sobre los que se escribe la música.

    A veces sólo veo líneas.

  • Infinito y estrecho

    • ¿Cómo dices?
    • Digo que es infinito y estrecho. Las dos cosas.
    • ¡¿Pero cómo va a ser infinito y estrecho a la vez?! No entiendo nada.
    • Que sí, que sí, que el universo es infinito y todo lo que tu quieras, pero todo lo que tiene de infinito lo tiene también de estrecho.

    * Infinito: 1. Adj. Que no tiene ni puede tener término. Estrecho: 6. Adj. Apocado, miserable, tacaño. (Diccionario de la Lengua Española. RAE. Vigésimo segunda edición)