El viernes se cumple el plazo dado a @pablohaseloficial por la Audiencia Nacional para entrar de forma voluntaria en la cárcel para cumplir los 9 meses y un día de prisión que le impuso la Sala en condena de 2018 por varios delitos (aunque originalmente eran 2años y un día esta pena la rebajó la Sala de Apelación): 1/por enaltecimiento del terrorismo con agravante de reincidencia (por otra sentencia condenatoria de 2014 actualmente suspendida); 2/ injurias y calumnias contra La Corona y la utilización de la imagen del rey y 3/injurias y calumnias contra las instituciones del Estado.
Así leído pues no parece tanto -o sí- pero ¿qué hizo exactamente Pablo esta vez? Una canción hablando de la Monarquia y 64 tuits con contenido que según la Fiscalía “rezuma violencia”. La audiencia Nacional -para quien no lo sepa- se ocupa de los delitos de mayor gravedad y relevancia social como son, entre otros, los de terrorismo, crimen organizado, narcotráfico, delitos contra la Corona o los delitos económicos que causan grave perjuicio a la economía nacional (cito de su web) así que en este país a un cantante -y también a artistas, creadores, titiriteros, tuiteros, etc.- los sentamos en el mismo banquillo que a los imputados por el 11-M; terroristas de ETA; operaciones de narcotráfico; grandes casos de corrupción o grandes evasores fiscales….
O lo que es lo mismo desde la entrada en vigor de la denominada Ley Mordaza (Ley de protección de la seguridad ciudadana) en julio de 2015, la reforma del código penal y la ley de enjuiciamiento criminal del mismo año (aprobadas con la mayoría suficiente de PP) , y el denominado Pacto Antiyihadista (apoyado también por el PSOE) en este país se ha producido una merma en las libertades de expresión, de opinión y de información. No lo digo yo, ya lo advertía amnistía internacional en su informe “tuitea si te atreves” de 2016, o la Plataforma para la defensa de la Libertad de la Información -PDLI. O muchos partidos y asociaciones. Incluso el Tribunal de Estrasburgo ha criticado varios aspectos de nuestro código penal en referencia, por ejemplo, en lo que a las injurias a La Corona se refiere. Y hasta New York Times dedicó un editorial advirtiendo del retroceso de libertades en nuestro país.
Da igual si es Pablo, o Valtonyc, o César Strawberry, o Titiriteros desde abajo, o La insurgencia, o Cassandra, o Arkaizt Terrón, o Facu Díaz, o Boro, o cualquier presentador/a o tal actor/actriz, o tal instagramer, etc, etc y da igual qué han dicho o publicado y si estamos o no de acuerdo con su fondo o con su forma. Al amparo de esas últimas reformas legislativas el efecto que tiene en la ciudadanía es claro: Inhibición, Autocensura, Empobrecimiento del debate…. en último término: MENOS DEMOCRACIA.
No puedo evitar pensar que además hay un sesgo ideológico enorme en admitir a trámite según qué cosas y no otras (un poco de demagogia) ¿no hay canciones que hacen enaltecimiento de la violencia contra la mujer y traperos imputados por ello? ¿Decir en un chat de whatsapp que hay que matar a 20 millones de españoles por su ideología no debería hacer actuar a la Fiscalía por “rezumar violencia”?
Si aún crees que esto no va contigo porque el que entrará en la cárcel es Pablo, y tú te autocensuras y tienes opiniones públicas tibias para no ofender a nadie por lo que crees que nunca estarás en su situación, déjame decirte que creo que te equivocas: esto no va de Pablo, va de TODXS: Las libertades las defendemos todxs y en democracia disentir no es un problema pero silenciar, sí.
Afortunadamente (para todxs) el 29 de septiembre, en plena segunda ola de la pandemia, el Congreso admitió a Trámite la Reforma de la ley mordaza presentada por el PNV (que ya lo intentó en 2019 pero se frustró la tramitación por la convocatoria de elecciones). A principios de este mes siguiendo con la tramitación parlamentaria la mayoría del Congreso rechazó la enmienda a la totalidad presentada por el PP para no introducir ninguna modificación a la citada ley (un cambio de opinión de Pablo Casado que si apoyó la reforma frustrada se 2019) Ahora toca que se presenten las enmiendas parciales y continuar el juego a ver si finalmente se reforma el articulado más controvertido y ambiguo de esta legislación.
Mientras, y aunque no estoy de acuerdo ni con el fondo ni con la forma de muchas de sus opiniones, le copio un concepto a Pablo Hàsel, el de “basura mafiosa” que utilizó -entre otros- para referirse a nuestra monarquía y lo hago extensible a todo el sistema y me incluyo (como ciudadana que a veces no hace nada y por tanto es colaboracionista de un sistema injusto): SOMOS BASURA MAFIOSA.
Lo siento Pablo.