Vino muy preocupada a contarme que en su última mudanza perdió, entre otros libros, «el caballero de la armadura oxidada», «juan salvador gaviota» y «el principito» Parecía creer que la vida intentaba decir algo con estas pérdidas y que yo podría ayudarle a entender què significaba. Escuché durante largo tiempo. Ella estaba francamente afectada y yo no sabía qué decir. Acabamos la cochinita pibil y serví café. Sólo entonces dije: mira, a tí te gusta creer que es la literatura lo que siempre te ha salvado de la muerte pero yo creo que ha sido más la pereza; así que puedes estar tranquila: no va a pasarte nada.
Blog
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Terapia
Una vez que tenía examinado bien al terapeuta, tras varias sesiones, me caía bien, le solté mis 21 cuadernos…. «No me mire así…Con 8 años me rompí la cabeza del fémur y alguien tuvo a bien regalarme un cuaderno. Lo agradecí enormemente…. No me malinterprete pero estaba cansada de leer, de mirar por la ventana…. Calculo que serán unas 20 horas de lectura, no más. Hágame precio» Luis, que hasta entonces había resultado un terapeuta cojonudo ahora está en paradero desconocido.
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Maca
Me gustan las que no se callan y me gustan las que cantan y de tanto andar conmigo me gusta lo que me pasa.
Me pasan cosas como esta aunque no tenga importancia andar contándole a todos todas las cosas que pasan.
Pues pasó que había quedado a comer con Macarena y algo después de las dos comenzamos la faena.
Ya por todos es sabido que la almeriense no toma más que dos o tres manjares de todos los que dispongan.
Dándole a los huevos rotos nos poníamos al día, entre su historia y la mía: ¡tabernero más bebida!
Las horas fueron pasando y todito fue perfecto pues a éste día tan bueno Lío se estaba uniendo…….
Me pasan cosas como esta aunque no tenga importancia andar contándole a todos todas las cosas que pasan.
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Hygge a la española
No soy danesa. Nací en Madrid pero me gusta mucho el concepto de hygge, entendido como “el arte de crear intimidad confortable”. Sin más, lejos de dogmas y gurús y sin pretender caer en el reduccionismo de que un chocolate frente a una chimenea es todo lo que se necesita para ser feliz.
No es así. No basta un chocolate pero tampoco son necesarias muchas de las cosas que sin embargo sí forman parte de nuestra vida diaria: falta de tiempo, prisa, tantas compras, ruido, etc. Es la lógica perversa de nuestro mundo en el que para vivir en último término son el trabajo y las obligaciones las que acaban ocupando toda nuestro tiempo.
Y aunque el trabajo pueda hacerte feliz también –no estoy diciendo lo contrario- al final lo que disfrutamos de verdad no son los éxitos laborales o empresariales (o las diferentes competiciones simbólicas que creemos ganar con estos éxitos) ni los bienes materiales más exclusivos. Lo que de verdad disfrutamos es el tiempo que pasamos con la gente a la que queremos o haciendo algo que realmente nos gusta. Y esto es en definitiva lo que sustenta el hygge.
A lo que iba. A mí el hygge a la española se me representa de muchas formas: con una imagen que fue muy habitual en mi infancia durante los años que viví con mis abuelos en el pueblo: mi abuela sentada al brasero junto a sus vecinas en casa de una de ellas – en ca´la Luz- jugando al cinquillo, charlando, viendo pasar las horas; con ese olor a cocido que impregna una casa un día festivo y lluvioso con amigos reunidos para comer y un paragüero abarrotado; cuando mi madre prepara natillas murcianas, que son unas natillas con merengue y caramelo riquísimas cuya receta le dio a mi madre en un tren camino de Almeria una mujer y que pasaremos de generación en generación haciendo honor a la natillera desconocida…
Si bien, aunque originariamente –hygge- lo practica una cultura con inviernos largos que da mucha importancia a la vida dentro de la casa porque pasa mucho tiempo ahí, y aquí cada año hace menos frío y las temperaturas –sobre todo estivales- y nuestra cultura hacen que pasemos mucho tiempo fuera de casa y hagamos muchas de nuestras reuniones y eventos fuera también, eso hace que hygge a la española (lo siento daneses) también pueda relacionarse con una cálida tarde de playa.
Pero no sólo las actividades sociales también tiene que ver con aquellos momentos más íntimos o que disfrutamos en solitario. La lectura de un libro en ropa interior sentada de una forma inverosímil en el sofá; beber un vaso de gazpacho viendo el tour frente a un ventilador en una tarde tórrida de julio; acurrucarme un domingo frío en la cama con Mika y Clave –mis amores: perra y gata, rspectivamente-. En español por tanto no tenemos una palabra para describir este tipo de momentos pero sí que tenemos esos momentos que sugieren y crean esa “intimidad confortable”.
Si quieres saber más sobre hygge el director del Instituto de investigación sobre la felicidad danés, Meik Wiking, tiene publicado el libro Hygge, la felicidad de las pequeñas cosas que viene a ser la biblia en el tema. También puedes leer este artículo o hacer una búsqueda en servidores que te remitirá a varios artículos sobre el asunto.
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Día complicado
Se le juntó todo.
Las prisas con los calcetines; las facturas con los besos; los domingos con los desayunos…
Para cuando se quiso dar cuenta la lluvia ya le había mojado; todas las escaleras eran de subida, sólo los notarios tenían fe.
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Andrómeda
– ¿Qué mañana? Si mañana es hoy.
Así de tajante respondía ella mientras abría la ventana. Afuera, aguardaba una lluvia que ardía y, adentro, constelaciones de caricias revolvían su pelo.
Su pelo, que aún ondea como bandera de Andrómeda, es mi desayuno preferido los domingos.
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Me gusta
Me gusta cuando remueves el arroz con leche. Y me gusta cuando intentas aguantarme la mirada y acabas bizqueando y riendo y entonces yo comienzo también a bizquear y a reír. Y me gusta cuando vamos de la mano y canturreas. Y me gusta cuando abres un libro en la cama y me ofreces un párrafo que acaba de encantarte. Y me gusta que de madrugada te levantes con cuidado, y con insomnio, a liarte un cigarro en el sofá, e intentes que no descubra lo mucho que te cuesta la normalidad.
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Terapia de pareja
El día que habían convenido para cesar su convivencia, la nieve bloqueó la entrada de la casa con casi metro y medio de espesor.
El invierno les estaba condenando a entenderse.
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La casa de las 5 ventanas
La casa de las 5 ventanas había sido de su familia. Ya no lo era porque su abuelo la había perdido en una partida de julepe que se le fue de las manos años atrás. Desde entonces los Martín Serrano fueron conocidos como «los malpartida» en la comarca. Esa noche Gerardo malpartida, sin duda azuzado por el exceso de licor y la presión de grupo, en un acto irracional, tiró una botella con parafina ardiente que fue a encestarse justo por el ventanuco del sobra’o dando origen al mayor incendio que nunca se dio en Lisboa y que, por vicisitudes varias ha pasado a la historia como el gran incendio de los Almacenes Grandella, que arrasó el casco histórico de la ciudad. Y es por esto que los lisboetas ya no juegan al julepe.
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Huracán
No. No todos somos niebla. Ella decidió ser huracán y llegó para revolverme los huesos, las ideas y las estanterías.